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Responsabilidad Social
Historias de vida en el barranco de la Chacarita
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24/11/2016

Un centenar de familias vive al borde de un barranco, ubicado al costado del Parque Caballero y permanece invisible ante los ojos de la sociedad. En muchos hogares está instalado el sueño de tener un hogar digno, como la que actualmente se construye en el futuro Barrio San Francisco.

Una estrecha y empinada escalera -de madera- conduce a los pasillos donde se encuentran unas humildes viviendas, ubicadas al borde de un precipicio. Están en pleno centro de Asunción, con más precisión, al costado del Parque Caballero.

Unos angostos pasillos conectan las casas unas con otras. En ellas viven familias que están con el “Jesús en la boca”, cada vez que llueve, ante el temor de que el alud de tierra termine, alguna vez, enterrando sus humildes hogares.

Entre las “familias del barranco” había una especie de resignación, casi estoica, de que las cosas no iban a mejorar. No eran damnificados ni tampoco vivían seguros. Hasta que surgió el proyecto habitacional San Francisco, que incluía, no sólo a familias que, por generaciones, sufrían los efectos de la crecida del río Paraguay, sino a todos aquellos que estaban en condición vulnerable, en cinco zonas del Bañado Norte de Asunción.

María Dominga Toledo, de 86 años, es una de las antiguas pobladoras del barranco. Por su avanzada edad, le cuesta subir y bajar las precarias escaleras y su única diversión es ver la tele, dentro de su humilde habitación, de paredes de terciada, en donde se puede leer una frase escrita a mano por una de sus nietas: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tienen nada le falta: Sólo Dios basta”, de Santa Teresa de Jesús. Y el caso de ña Dominga es el fiel reflejo de la paciencia.

La abuela recordó que, en el año 1940, compró el lugar donde actualmente está viviendo, corriendo de las aguas del “bajo”. “Acá siempre hubo barranco, pero no nos agarraba el raudal, porque el parque estaba bien cuidado y tenía sus propias cunetas. Pero ahora ya no; toda el agua que viene del centro nos atropella. Hetama a sufrí (mucho ya sufrí)”, se lamentó.

Recordó que trabajó por casi 30 años en el Mercadito N° 2, pero con lo que ganaba no le alcanzaba para mudarse del lugar. “Nunca tuve casa moderna. Ya estoy acostumbrada a vivir así, Dios no me llama todavía con él. Pero si hay oportunidad de tener una casa mejor, y estar cerca de mi familia, me quiero mudarme”, dijo la abuela, que entró dentro del proceso del proyecto San Francisco.

De un “no”; a un “si”

Nilda Rodríguez es otra pobladora del barranco. Al comienzo, estaba en contra del proyecto San Francisco. “Venían los promotores (de Hábitat) y les retaba, les echaba, cerraba mi portón de ellos. No quería saber nada. No estaba de acuerdo con dejar mi casa. Llevo más de 42 años viviendo en la Chacarita y no es fácil dejar el lugar donde te criaste e ir a un lugar nuevo”, expresó.

Con el correr del tiempo cambió de actitud, más aún, porque una tragedia enlutó su vida. Uno de sus hijos perdió la vida. “No soportaría otro dolor así y más aún por culpa de la inseguridad.

Tengo que velar por la seguridad de mis otros hijos. Estoy embarazada otra vez y si tengo suerte, mi nuevo bebé podría nacer en el barrio San Francisco”, comentó.

Casa propia

Eugenia Toledo (28) vive debajo del barranco y es una de las que siguió el proceso social del proyecto San Francisco. “Al comienzo no sabíamos cómo iban a ser las viviendas. Después nos fuimos a ver, vimos las construcciones y nos gustó muchísimo. Hicimos todas las documentaciones necesarias”, recordó.

La joven comentó que viven en una zona peligrosa, por más que hicieron muros para que no avance la tierra sobre ellos, cada vez que llueve, es un drama. “Cuando llueve, el raudal que nos viene es impresionante. Acá desemboca el agua que se genera desde la Cruz Roja y lleva todo por delante”, relató.

Para ella, el proyecto San Francisco es sinónimo de contar con una casa propia, en un lugar seguro. “Cualquiera de las opciones, sean las viviendas unifamiliares o los departamentos, nos viene bien y será mejor, con relación a la forma en que estamos viviendo. Nosotros no tenemos problema de inundación acá. El agua nos viene de arriba”, agregó.

“Quiero salir”

“Quiero para mi casa. Vivir debajo del barranco es terrible. En mi caso, se me cayó toda la casa una vez y volvimos a construir. Demasiado quiero para mi casa, si por mí, si me entregan ahora, me voy ahora mismo de acá. Quiero salir de este lugar, porque si no nos vamos a San Francisco, el barranco nos va a llevar”, expresó Rossana Almada.

Opinó que hay familias que no se quieren ir, pero también hay más gente que sí se quieren mudar. “Yo me quiero ir. Cuando llueve no dormimos y el muro del parque está por caerse”, agregó.

Por la seguridad

Eladio Velázquez tiene una casita cómoda, producto de años de sacrificio, pero está consiente que, alguna vez, el barranco se llevará todo por delante. “Debemos salir de acá. Nosotros somos gente de bien, mis hijos son universitarios. Uno de los motivos por los cuales me quiero mudar es por la inseguridad que hay, ya no quiero que les asalten a mis hijos y, otro, ¿quién no quiere para su casa propia? Es la oportunidad que está brindando el Gobierno, a través del proyecto San Francisco”, opinó.

Las expectativas, de las familias que residen en San Pedro, San Vicente, San Felipe (zona baja) Refugio y San Jorge, del Bañado Norte, y algunos sectores de Zeballos Cué; crecen, a medida que avanza la construcción de las 1.000 viviendas del futuro Barrio San Francisco.

Cabe destacar que, de los 1.284 hogares censados en la Chacarita Baja, el 78,2% de los censados manifestaron su deseo de ser reubicados en el futuro Barrio San Francisco, en Zeballos Cué.

Las casas unifamiliares, de 55 m2, que se están construyendo en el barrio San Francisco constan de dos habitaciones, baño moderno, sala, cocina - comedor, y cuentan con patio para vehículos. Los departamentos, de 65 m2, tienen similares comodidades. Son casas anheladas por la clase media asuncena. Y, al comparar las condiciones de las actuales viviendas de la Chacarita, es notoria la diferencia a favor de las casas del futuro barrio San Francisco. Asimismo, las dimensiones son mayores que cualquiera de las otras viviendas sociales ya construidas.