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Institucional
Comunidad indígena celebró logros de bien común
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24/02/2012

La comunidad Mbya Guaraní “Ybu Porá Rendá” del barrio La Blanca de Ciudad del Este, celebró en un acto realizado el 23 de febrero, la culminación de un exitoso plan de capacitación en reciclaje artesanal y educación ambiental.

Compartieron el encuentro jefes de las Divisiones de Educación y Acción Ambiental y técnicos de la Itaipu Binacional, así como representantes de la Décima Región Sanitaria, encabezados por el director Héctor Arnella. En la ocasión los escolares de la comunidad celebraron el equipamiento de las aulas con muebles artesanales en cuya construcción también cooperaron.

Este trabajo realizado con la comunidad es nuevo dentro de Educación Ambiental, siendo la primera escuela indígena con la que se desarrolló este programa, según explicó la jefa de División de Educación Ambiental, Lucía Villamayor.

Indicó que como la comunidad se dedica a la recolección y separación de basuras como medio de vida, se generó la posibilidad de que los técnicos de la entidad se integren a la misma para desarrollar educación ambiental aprovechando esa situación.

“Es sumamente importante para nosotros que nos dedicamos al tema del reciclaje como un medio de mejorar nuestro espacio, nuestro hábitat, con una excelente respuesta de las familias Mbya Guaraní”, remarcó.

Agregó que no estaban acostumbrados a recibir tanta respuesta porque estaban acostumbrados a trabajar solamente con mujeres, pero que cuando llegaron al lugar notaron que los indígenas trabajan de otra forma: en comunidad, en familia y que se involucraban niñas, niños, padres y madres.

“Esta construcción fue colectiva y los indígenas sintieron que el logro es de ellos, la escuela ya existía, solamente que no tenía los colores que tiene ahora y tampoco tenía muebles, los hicimos a partir de lo que ellos ya tenían, usamos todo los elementos con que contaban y también la capacidad creativa de Malir Cristaldo, una excelente profesional, muy humana y solidaria por sobre todo”, indicó.

La jefa de División indicó que si no fuese por la gran apertura de la comunidad no podrían desarrollar este proyecto, de amueblar con materiales reciclados la escuela y que las clases empiecen en el 2012 ya con pizarrón, con los pubs, las mesas y armarios, todos hechos con materia prima reutilizada.

Construcción de sensibilidad humana

La experiencia compartida en la comunidad indígena sirvió para incentivar y construir sensibilidad social con el sector indígena, el más relegado en cuanto a derechos humanos en esta zona fronteriza, según la visión expresada por Lucía Villamayor.

“Con certeza se instaló sentido de sensibilidad y solidaridad, en educación ambiental no se puede hacer nada en forma aislada, necesitamos de los otros compañeros de las otras divisiones, especialmente de Acción Ambiental, contamos con personas con visión amplia, con apertura”, dijo a al referirse a los técnicos y jefes de departamento.

Mencionó que en el aspecto de saneamiento básico para la construcción de letrinas en el predio del asentamiento indígena, se realizó con la cooperación de la División Ambiental que posibilitó tiempo, recursos humanos y materiales. También destacó que contaron con la colaboración del Ministerio de Salud para la definición de criterios con el fin de establecer los sanitarios en los lugares adecuados.

“De esta forma tuvimos un trabajo no solamente de Itaipu, sino una iniciativa interinstitucional y también intersectorial”, adujo.

El cacique de la comunidad, Epifanio Armoa agradeció a los iniciadores del programa por parte de Itaipu Binacional, destacando el gran sentido de compromiso y humanidad de los mismos.

También resaltó que los logros alcanzados servirán para sustentar el compromiso comunitario para el mejoramiento del asentamiento ocupado hace más de dos años por unas 18 familias Mbya Guaraní.

Una vez más recordó que es la primera vez que recibieron un apoyo para encauzar un beneficio para la comunidad que cotidianamente lucha por sobrevivir luego de abandonar las calles de Ciudad del Este y asumir el desafío de crecer con el esfuerzo común.

Ordenamiento ambiental del asentamiento

La consultora del proyecto, Malir Cristaldo refirió que el inicio del plan se basó en el reciclaje artesanal como se había hecho con las amas de casa, por lo que el primer mes se trabajó con la elaboración de escobas de botellas plásticas. Luego se vio la necesidad de mejorar el aula que carecía de muebles, por lo que se trabajó para el amueblamiento a partir de residuos.

Para la realización de trabajo se reciclaron más de 60 neumáticos para dos aulas. Como los integrantes de la comunidad son gancheros, el asentamiento se convirtió prácticamente en un vertedero, por lo que se implantó corralitos de neumáticos para el depósito de desechos para la separación correspondiente, conforme indicó la profesional.

Agregó que mediante este trabajo se logró ordenar más el predio y que también se trabajó con los niños y mujeres en la recuperación de plantines de frutas que estaban abandonados, lográndose la reposición de 50 frutales que son cuidados actualmente por la comunidad.

En todo el plan de trabajo fueron reciclados 233 neumáticos, se utilizaron 50 pales que también fueron donados de una industria que los iba a quemar.

Para la elaboración de escobas las mujeres reciclaron 500 botellas plásticas. El proyecto fue desarrollado en un periodo de poco más de tres meses. “Fue una experiencia muy linda, para fue más bien un aprendizaje porque por primera vez tuve el contacto con una comunidad indígena que tiene toda la predisposición de aprender y mejorar sus condiciones de vida”, alegó.