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Responsabilidad Social
Itaipu y comunidad indígena acuerdan curso de capacitación
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02/11/2011

Itaipu Binacional, a través de su División de Educación Ambiental concretó una propuesta de capacitación en reciclaje artesanal, que beneficiará a varias familias de la comunidad Mbya Guaraní del barrio La Blanca de Ciudad del Este, tras una reunión realizada el 2 de noviembre en el predio del asentamiento indígena.

Daniela Irala Meza, fiscalizadora del proyecto, quien representó a la entidad en la reunión, señaló que hace dos meses se inició el contacto con la comunidad que se muestra muy interesada en capacitarse, teniendo en cuenta que la mayoría de las familias de la misma se dedica al reciclaje de desechos, que actualmente les reditúa un escaso margen de ganancia.

Anunció que con la elaboración de materiales artesanales podrán mejorar sustancialmente la renta. “Significará un ingreso económico muy importante para las mujeres, que desde hace mucho se dedican a juntar plásticos para revenderlos a un precio muy bajo”. Manifestó a la vez que las interesadas tendrán suficiente materia prima para fabricar manualmente escobas, llaveros y otros objetos a partir de residuos.

Durante la reunión se acordó con las mujeres del lugar, el inicio del curso, la próxima semana. La fiscalizadora del proyecto, recordó que el curso de reciclaje artesanal desarrollado por la División de Educación Ambiental, sirvió para generar una alternativa de renta para muchas mujeres, al tiempo de resaltar que en total ya se beneficiaron ocho grupos de Alto Paraná y Canindeyú.

Aclaró que por primera vez se incluye dentro del programa a una comunidad indígena, como una propuesta y un mensaje de inclusión social y respeto a la diversidad.

“Mucha gente piensa que los indígenas no son de la ciudad, sin embargo ellos tampoco tienen tierra para ir a otro lado, esta es una nueva realidad social y es mejor acogerlos y apoyarlos, pues si no les asumimos y no les incluimos, quedarán a la deriva”, destacó.

También mencionó que la Itaipu Binacional está impulsando ayuda para que esta comunidad pueda fortalecer su organización y participación, propiciando los encuentros regionales organizados por la asociación que los nuclea, para juntos analizar los problemas comunes y avanzar sobre los proyectos de bien comunitario.

Comunidad recibe con mucha expectativa la propuesta

La comunidad Mbya Guaraní “Ybu Porá Rendá”, recibe en forma muy positiva y esperanzada la propuesta, que según cree la mayoría de sus integrantes, servirá para promover fuente de trabajo y mejorar las condiciones de vida de las familias del lugar. Así lo entendió Epifanio Armoa, cacique de la comunidad ubicada en el kilómetro 5 y medio La Blanca de Ciudad del Este.

Explicó que hace dos años aproximadamente ocupan el lugar y que en este tiempo pudieron lograr muchas cosas positivas a través de la organización y la unidad. La comunidad también integra la Asociación de Comunidades Indígenas Yryapú de Alto Paraná, por medio de la cual desarrollan varios proyectos.

La falta de legalización del asentamiento está pendiente y en los próximos días se iniciará un proyecto de construcción de viviendas para las familias, a través de la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (SENAVITAT). Está prevista la construcción de 10 viviendas en una primera etapa, obra cuyo inicio está marcado para el próximo sábado.

El cacique refirió que las familias integrantes de la comunidad provienen del departamento de Caaguazú y que las mismas tienen la decisión tomada de quedarse en el actual asentamiento, luego de vivir un tiempo en las inmediaciones de la terminal de ómnibus de Ciudad del Este.

La comunidad cuenta con una escuelita que fue construida mediante la ayuda de una organización coreana, encauzada por una congregación religiosa católica, donde acuden unos 66 niños y niñas de la parcialidad.

Epifanio Armoa dijo que siempre mantienen identidad con su cultura y sus creencias, que configuran un factor de unión entre las familias. “Mantenemos la cultura indígena, con nuestro “ropy, tangará” (rezo y danza), que realizamos dos o tres veces a la semana”, dijo.

Significó que mediante la resistencia en la unión y la organización tienen la escuela reconocida y con rubro del Ministerio de Educación y Cultura, aunque carece de equipamientos básicos. Rememoró que antes de la ayuda coreana, la escuelita funcionaba bajo una planta de mango.

El cacique también agregó que aunque viven en muy precarias condiciones, los menores de la comunidad ya no salen a deambular solos a las calles, sino que se quedan en la comunidad para estudiar, mientras que sus padres se dedican al reciclaje.

Expresó que con la capacitación en reciclaje y el otro proyecto que está implementando la entidad a través de la Fundación Parque Tecnológico Itaipu FPTI, consistente en un vivero de plantas medicinales, la comunidad tendrá un fuerte impulso para sustentar una renta alternativa para mejorar sus condiciones de vida.

Programa educativo de gran impacto ambiental

Malir Cristaldo, consultora encargada de la capacitación, indicó que el grupo indígena que se beneficiará con el curso ya cuenta con materia prima, aspecto que se quiere aprovechar para capacitar a las mujeres a elaborar escobas de plástico y otros materiales que pueden comercializarse.

Actualmente, los padres de familia del lugar deben juntar unas 30 botellas de plástico para venderlas a 1.000 guaraníes el kilo, que sin embargo, al transformarlos con valor agregado, podrán triplicar la ganancia, conforme explicó.

También anunció que el proyecto de reciclaje artesanal se ampliará con la construcción de parques recreativos infantiles a partir de residuos como cubiertas en desuso, plásticos y otros objetos.

Enfatizó que el proyecto tendrá un gran impacto ambiental, ya que con el mismo también se pretende llegar a las instituciones educativas, donde se desarrollarán jornadas con los escolares para el aprendizaje sobre elaboración de materiales reciclados.

Adelantó que también seguirá el acompañamiento a las mujeres que ya fueron capacitadas y que uno de los resultados positivos que motiva mucho a las amas de casa es la próxima adquisición de 2000 productos por parte de la propia entidad.

“La idea es que las mujeres tengan un acompañamiento de dos o tres años para que las mismas tengan la fortaleza y el incentivo, hasta que sus iniciativas sean sustentables y puedan producir y vender por su propia cuenta”, manifestó Malir Cristaldo.

Inician construcción de vivero comunitario

Fabio Ortiz, de la Fundación Parque Tecnológico Itaipu Paraguay (FPTI Py), junto a otros compañeros y los miembros de la comunidad indígena, comentó que inició la construcción de un vivero de plantas medicinales y ornamentales, dentro del Programa de Soberanía y Seguridad Alimentaria.

Mencionó que se está potenciando el lugar con un levantamiento de datos y la inclusión de los propios indígenas en los proyectos. Como el lugar es pequeño y no se puede contar con suficiente espacio para otro tipo de cultivos, se optó, de común acuerdo, plantar hierbas medicinales.

El técnico explicó que los nativos conocen el manejo de plantas medicinales y que es una alternativa muy bien aceptada en toda la población paraguaya para su consumo, por lo que es un rubro conocido y con un mercado seguro.

Además se trabajará con plantas ornamentales, previéndose un ciclo de instrucciones para la comunidad, aunque tratándose de plantas nativas los indígenas conocen sobre su germinación, época de florecimiento.

Daniel Giménez, también del Proyecto de Soberanía y Seguridad Alimentaria, señaló que están trabajando con varias comunidades originarias no solamente de Alto Paraná sino también de Canindeyú y Caaguazú, junto a otros proyectos desde la Itaipu Binacional.

“En la comunidad Yvú Porá Rendá, dentro de un perímetro muy reducido de nueve terrenos urbanos, en donde conviven en medio de muchas necesidades estas familias, pretendemos disminuir las necesidades de ellos a través de rubros alternativos para obtener ingresos económicos y aprovechar los conocimientos que ellos tienen para beneficio de la comunidad”, agregó.

Rosa Benítez, madre de familia del asentamiento, explicó que decidieron venir a Ciudad del Este de la zona de Caaguazú, ante las necesidades principalmente de alimentación que tenían, porque los bosques de los alrededores de su comunidad Campo 8, han sido totalmente arrasados por los sojales.

Lamentó que no tuvieron más condiciones de extraer el sustento y que pronto se enfermaron y decidieron migrar. “Por suerte nos hemos organizado con otros indígenas y estamos formando una gran comunidad muy unida”, resaltó.
Dijo que las necesidades más inmediatas son la alimentación y la asistencia sanitaria principalmente para los chicos que son los que más se enferman.