“Principales negociaciones y acuerdos que se dieron entre Paraguay y Brasil”, fue el título de la ponencia del doctor Oscar Bogado Rolón, de la Dirección Jurídica de ITAIPU, en la primera jornada de la Semana de la Historia 2022 organizada por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Este año, el evento académico está dedicado a ITAIPU: Su historia y realidad ante los retos del 2023.
En la primera parte de su exposición, Bogado se refirió al estudio que realizó de los diferentes procesos de negociación desde la firma del Tratado en 1973 y las sucesivas revisiones que se fueron dando a lo largo de los casi 50 años. Según destacó, estos acuerdos diplomáticos redundaron en importantes beneficios para el país.
“El tratado no permaneció inmóvil, sino que, desde el día siguiente de su firma, comenzó nuestro país a reivindicar los aspectos que consideramos pendientes”, precisó. Sostuvo que para entender los escenarios que se avecinan, es necesario definir los objetivos paraguayos a través de los diferentes momentos que se dieron desde la firma del Tratado.
Bogado recordó que el gobierno paraguayo de la época definió algunos objetivos; como eliminar los diferendos sobre los límites y dar un giro político a las discusiones con el Brasil. Asimismo, se planteó ITAIPU como un negocio hidroeléctrico y así obtener abastecimiento eléctrico para el futuro del país. Dentro del acuerdo, también se exigió una paridad de derechos y se planteó la conveniencia de obtener beneficios económicos netos que se conocen como royalties, compensaciones y resarcimientos.
Explicó que un factor esencial para cualquier tipo de emprendimiento es el mercado y, en ese aspecto, Brasil tenía una ventaja sobre nuestro país. También se convirtió en el garante de este emprendimiento que se decidió financiar a través de empréstitos. Mencionó que, en el año 1973, Brasil ya tenía bastante experiencia porque contaba con más de 100 usinas hidroeléctricas y era superior en materia de desarrollo técnico al Paraguay, que apenas había inaugurado la usina de Acaray con una capacidad instalada de 210 MW. En ese contexto, se tuvo que desarrollar una ardua negociación diplomática con el país vecino, insistió.
Igualmente, acotó que ser socio menor del emprendimiento es una desventaja que enfrentar, aunque resaltó que pese a ello se fueron logrando conquistas significativas en favor del Paraguay. “Nuestro país aportó el 50% del capital, que son 50 millones de dólares, y recibió, a lo largo de estos años, beneficios netos en concepto de royalties, resarcimientos y compensaciones”, enfatizó.
En otro momento, Bogado refirió que, en los primeros años de la construcción de la represa, se discutió la diferencia de frecuencia, la cantidad de unidades generadoras, y uno de los logros más importantes fue que nuestro país consiguió que se utilice de manera equitativa la mano de obra y se contraten empresas paraguayas. Esto permitió el desarrollo y la incubación de empresas del sector de la construcción, algunas de las cuales siguen hasta hoy como el caso del CIE. “En definitiva, ITAIPU fue altamente beneficioso para el Paraguay”, recalcó.
Conquistas en ITAIPU
Asimismo, entre otros puntos, el expositor indicó que luego de arduas negociaciones se estableció una fórmula sobre la base de la inflación norteamericana utilizando índices que hasta hoy están en vigencia, lo que hace que esos valores permanezcan constantes. Al respecto, reseñó que Paraguay percibió en todos los años desde el inicio de la producción de ITAIPU, en promedio, unos 350 millones de dólares.
“Si se hace una estimación de los beneficios en comparación con el capital invertido que fue 50 millones de dólares, se tiene que ITAIPU generó al país 62% de rentabilidad anual; y muy pocos negocios en el mundo pueden generar ese nivel de rentabilidad. Hay que reconocer también que con ITAIPU el Brasil ganó mucho, pero si no hubiese existido ITAIPU, el Paraguay hubiera perdido más”, apuntó.
Bogado también explicó los impactos de la crisis financiera en la década de los 80, lo que perjudicó a la ITAIPU obligándola a pagar más por el encarecimiento de los productos y una serie de factores, que fue generando un pasivo enorme y condicionó las negociaciones sobre la normalización financiera. Añadió que en los 90 la preocupación de los administradores de la Binacional se centró en este propósito y, de este modo, en 1997 se obtuvo el acuerdo para el arreglo de la deuda, posibilitando un cronograma de pago realizable, y que se amortizará en su totalidad en 2023, coincidiendo con el plazo establecido para la revisión del Anexo C del Tratado.
Indicó, igualmente, que en los 2000 se consiguieron nuevas reivindicaciones con el ajuste en el valor de la compensación por la energía cedida. El primer acuerdo fue bajo el gobierno de Nicanor Duarte Frutos y el segundo, en el 2009, en el gobierno de Fernando Lugo. “En este periodo, también se dio una consolidación en los gastos de responsabilidad social que son aplicados en nuestro territorio para el desarrollo de diferentes obras de infraestructura en el Paraguay”, puntualizó Bogado.